Isla Iguana no sabíamos si nos iba a gustar, pero nosotros nos sentíamos más que ilusionados con el paisaje que habíamos recorrido para llegar allí. El viaje había valido la pena.
Y llegamos a la isla.
Jamás había visto una iguana viva, ( bueno, ni muerta), que asco, que bicho más feo, además después de estas he visto otras, que tiene gente como mascota y la verdad que son la mitad de tamaño, estas eran enormes, tanto que a nosotros nos daban un poco de miedo, menos mal, que el conductor de la lancha nos decía que no nos preocupásemos, porque acudían cada vez que llegaba gente, para que les dieras algo de comer, como si fuesen patos en un charco, jaja...
Lo mejor de esta isla era un chiringuito de paja y obra que habían puesto en el centro de una especie de plaza para tomarse algo, lo demás os podreís imaginar una isla llena de arbustos y plagada de esos bichos.
Además para más "inri" estos animales, se mimetizan con el color del entorno que les rodea, así pues, te aparecían cuando menos te lo esperabas, íbamos con cuidado por donde pisábamos por si acaso.
Bueno al final la excursión fue una maravilla, quizás no tanto por las iguanas, pero sí por todo el trayecto que hicimos hasta llegar allí y posteriormente porque mantuvimos con los dos cubanos una conversación estupenda, claro la mitad de ella sobre España, hasta que llegaron otros turistas y ya dejamos de hablar y nos dispusimos a marcharnos de este islote.
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