De camino hacia Nazaré , otra playa preciosa en forma de media luna, en la que me llamó mucho la atención, las casetas que habían en ella instalada, esto sólo lo recordaba haber visto en alguna película, y puede que cuando yo fuese pequeña también en alguna playa de mi provincia, de todos modos me encantaron, una monada.
También llegamos hasta el faro, desde donde se podía ver la inmensidad del Océano Atlántico, y como rompían las olas al chocar con las rocas, además como en casi toda la costa portuguesa, pudimos ver algún surfista, aunque ese día precisamente el mar no estaba muy agitado.
¿Y como no?, visitamos la catedral de Nossa Senhora de Nazaré.
He de reconocer que una de las cosas que más me gusto de Nazaré, fue la cena, en un lugar con mucho encanto, como siempre, yo pedí un bacalao diferente a los que ya había probado y tanto las niñas como mi marido, tomaron unas brochetas de langostinos con sepia, que estaban suspendidas de una especie de péndulo , y con una salsa en su falda. En fin, como si el destino lo supiese, mi última noche en Portugal, fue perfecta.
Por desgracia, no puedo decir lo mismo de mis vacaciones.
Aún así pensamos conocer mejor Lisboa, ya que no vimos entre otras cosas la Torre de Belem, en fin, otra vez será. No descarto el volver, aunque de momento todavía no tengo demasiadas ganas, pero, tiempo al tiempo.
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