sábado, 12 de marzo de 2016

Cayo Largo.

Como no somos de estar todo el día a remojo, la semana de Varadero no íbamos a estar tampoco parados, tomando el sol, así que decidimos apuntarnos a un montón de excursiones, algunas de  ellas ya organizadas, pero la verdad que no tuvimos ningún arrepentimiento pues lo pasamos genial.

La primera de ellas fue a Cayo Largo un islote al que se accedía en avión, ¿bueno avión?, era un avión donado por Rusia, que ya había sido retirado de aquel país, un bimotor, que chorreaba agua en el interior, según dijo la azafata, "era el aire acondicionado", imaginaros la cara de susto que debimos poner, para que ella nos dijese eso, ¡pobre chica! debimos de darle el viaje, pues en  el rato que duró éste  nos ofreció caramelos, bombones, agua., jajaja... . En fin a pesar de los ruidos de los motores y nuestra cara de estreñimiento, llegamos sin ningún problema, y ahí estaba ella, una playa preciosa de arena blanca y aguas de un azul intenso y transparente, eso sí, salpicada de pequeñas palmeras, que estaban plantando, porque esa isla era la más tropical de Cuba y por ello necesitaba cocoteros  aunque no fuesen autóctonos.
Aguas cristalinas de Cayo Largo

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